Me da mucho miedo la gente que
usa la palabra “verdad”. Y mucho más cuando la escriben con la V en mayúscula: “Verdad”.
Pero lo que me da auténtico pánico (de verdad) es escuchar a la gente que habla
pensando que la Verdad (¡Uy! Otra vez la mayúscula) está de su lado. Es
sencillamente aterrador, me impone mucho. Porque quien se cree que está en
posesión de la “Verdad” es capaz de todo por ella.
Los años y las experiencias
vividas me han hecho ser “relativista”. No creo en ninguna verdad absoluta. Soy
más bien defensor de pequeñas creencias “de andar por casa” que dan sentido y
me ayudan en la vida cotidiana. Porque prefiero ser feliz a tener la razón.
Tal vez por eso, cuando estudié
BUP (¡qué recuerdos del Instituto Teobaldo Power!) preferí coger la asignatura
de Ética a la de Religión. Era a todas luces menos dogmática.Y tal vez por ello,
también con el tiempo me ha gustado ir desprendiéndome de los apegos, divorciarme
de las ideas fijas y preconcebidas y huir de la búsqueda de la verdad, ya sea
en mayúscula, minúscula, cursiva o negrita. Porque creo (en mí visión subjetiva
del mundo que tengo) que la felicidad debe tener algo que ver con la gestión de los apegos y entender que no se trata de tener, sino de ser.
Por alguna extraña razón, sin
embargo, me encanta analizar los argumentarios ideológicos que están al otro
extremo de los míos. Por eso a veces veo tertulias en Intereconomía o 13 TV y
reconozco que me da curiosidad, muchísima curiosidad ver El Cascabel al gato. Me resulta llamativo el poder que se atribuyen
para afirmar y separar lo que es bueno de
que es malo, lo que es “normal” de lo que no. Y en una demostración de que creen tener la razón
condenan que una pareja homosexual no puede ser considerada familia, que no es “natural”
que adopten hijos, o que si se retiran los símbolos del franquismo se es (automáticamente)
un antisistema.
Pero quizás, lo que es más dañino
de los defensores de la Verdad Única e Inmutable es la censura. Hay que
prevenirse de aquella forma de pensar contraria, por ello siemplemente se elimina
todo aquello que sea una opinión contraria
Y esto no sólo ocurre en los
grandes periodos de la Historia que conocemos como la Inquisición o la
Dictadura. Ocurre todos los días en
diferentes contextos de la vida cotidiana.
A mí me ocurrió anoche mismo, al
hilo de un post en un blog (Unidos contra la Apostasía - Comprometidos con la
Verdad Doctrinal) que hablaba sobre “El Evangelio de la Prosperidad”.
Manifesté mi
sorpresa porque ya, de primeras, algo se creara y se organizara contra algo, en
este caso contra la apostasía. Diferente habría sido llamarse “Difundiendo el
pensamiento X”, o “Conoce el pensamiento X”. ¡Pero no! Había que crearlo contra
quienes pensaran en el sentido contrario (indicio ya de la creencia en una única
Verdad).
Luego comenté
mi visión contraria a la tesis del artículo (en esencia decía que si amabas el
dinero te alejabas de Dios). Escribí que
me parecía un tema recurrente el enfrentar dinero con bondad, o lo que es lo mismo, la supuesta implicación
inmediata de que si tienes dinero eres mala persona. Me parece (desde mi punto de vista subjetivo)
que es algo limitante para el ser humano pensar así. Vender la carencia, la necesidad
y el sufrimiento como único para ser buena persona es a todas luces algo
altamente excluyente.
Incluso llegué
a poner un contraejemplo, el de la tradición hindú, en el que conozco a muchas
personas que destacan sobre todo por su inteligencia financiera. Y por
preocuparte por administrar tus recursos no te acercas más al Diablo. Se trata
tal vez de cautela y asegurar el pan a los tuyos.
Publiqué el
post, intuyendo además que algún tipo de reacción iba a provocar. La respuesta
primera fue un simple “Sin comentarios”. La segunda respuesta fue más
contundente, me borraron del Facebook. Posiblemente, en honor a la Verdad.
