14 abr 2017

Camilando por la vida: Cómo me enteré que venías




Querida Camila:

Hoy quiero contarte el episodio en el que descubrimos – mucho antes del predictor- que venías al mundo.

Antes que nada quiero que sepas que fuiste una niña deseada, buscada y planificada. Sí, sobre todo eso, p-l-a-n-i-f-i-c-a-d-a porque tu padre tiene un trastorno obsesivo compulsivo por planificar, cronometrar y tener previsto todo, o al menos las cosas importantes en la vida.

Queríamos que nacieras en agosto ya que así me liberaría de trabajo es mes para estar contigo y con mamá. No hacer otra cosa que esperarte y cuidar de ustedes todas las horas del día tras tu llegada. Quería ocupar el puesto de retén de tu nacimiento.

Por ello tu mamá y yo comenzamos en noviembre  a hacer el pedido a París y  a la cigüeña (de momento debes quedarte con esta metáfora de la cigüeña y ya en la ESO tus profesores te lo explicarán mejor, y no preguntes más, por favor).

Debes saber que los pedidos se hacen pero no sabes luego cuando llegan. Normalmente tardan porque el tráfico aéreo de Paris está colapsado o porque se extravían y hay que buscarlos. O se pierden por el camino. No es tan fácil, hija que los pedidos  lleguen cuando tu quieras.

Pero hubo un fin de semana fantástico en el que tuve la confirmación, una especie de acuse de recibo de tu llegada.

Un sábado por la mañana mamá se levantó bien temprano y en el camino al cuarto de baño, en ese pasillo enorme por el que tú vas a corretear tuvo un mareo intenso. Me llamó y tuve que agarrarla para que no cayera al suelo. Fue algo rápido e intenso, de apenas dos segundos de duración, pero confieso que mientras asistía a tu madre no pude esconder una sonrisa. ¿Y si eras tú?

La confirmación de que eras tú, al menos para mí, vino al día siguiente. Pero antes tengo que avisarte de algo importante y que debes entender: Camila, mamá es muy intensa. Debes saberlo. Y sencillamente… llora por todo. Da igual lo que se vea en la pantalla del televisor: los títulos de crédito, el programa de Chapuzas Estéticas, cualquier peli de mala muerte... No le busques más explicaciones ¡Llora por todo!

Ese domingo estábamos viendo el último capítulo de Narcos. Todo el mundo sabe que en ese capítulo Pablo Escobar muere. ¡Todo el mundo lo sabe incluido tu mamá! En la parte final del capítulo, cuando los de la DEA le persiguen y le disparan miraba la tele anticipando tal vez una lágrima o algún sollozo por su parte. Pero no, ¡me equivoqué!. Se desató una auténtica catarsis, una crisis generalizada, una llantina del copón,  casi espasmódica.

Me sorprendió tanto que llegué a pensar, Camila mía, que tendrías algún antepasado en Medellín y que Pablo sería familia tuya. Te lo juro.


Luego me calmé y lo entendí: tal vez fuera la hipersensiblidad  que da el  embarazo. 

Y entonces volví a sonreír, como cuando el mareo. Cualquiera hubiera pensado que me estaba alegrando de los tiros que le metieron a Escobar. Ni plata ni plomo. Eras tú que venías, Camila.



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1 comentarios:

Elizabeth dijo... at 15:34

Hola David! Qué bonitas palabras, hermosas, profundas, reales, me hiciste emocionar.
Felicidades a ti, a la mamá y a Camila!!!!!!

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