15 ago 2019

¿Por qué trabajo en un coworking?







Desde hace unos  4 meses me he trasladado a un coworking y después de este tiempo me gustaría compartir mi experiencia por este blog porque puede ser de interés para emprendedores, autónomos o profesionales liberales.

Quienes trabajamos desde casa sabemos la trampa "mortal" que en ocasiones eso supone. Por un lado están las ventajas de estar en tu entorno, tu espacio cotidiano, con tus comodidades, los ahorros de desplazamientos hasta un despacho, etc. Pero como todo en la vida también tiene sus puntos negativos: las distracciones, las dificultades para atender a un cliente en la propia casa y sobre todo la tendencia a la desidia (quienes hayan hecho el curso de gestión del tiempo conmigo sabrán a qué me refiero) que puede suponer trabajar en casa con ropa "cómoda" (pijama, "chandal pijama" y demás). No estamos transmitiendo a nuestro cerebro una imagen de trabajo serio y profesional si estamos "relajados" en casa.

Durante el tiempo que soy autónomo he alternado el trabajo en casa con el trabajo fuera de ella, sobre todo para proyectos importantes que me exijan máxima concentración (propuestas, informes, preparar clases, etc). Y entre los lugares que he encontrado para trabajar fuera podemos encontrar el TEA, la Biblioteca de la Casa de la Cultura, la UNED, etc.

Sin embargo, había un hándicap que no resolvía y era la necesidad de un espacio para reunirme con clientes con todo el tiempo del mundo y un lugar fijo y a precio razonable para impartir formación presencial.

En mi caso el detonante para decidir trabajar fuera de casa fue el cambio de hábitos que supone la paternidad, en concreto el cambio a nivel profesional. 

Los padres sabrán por experiencia de que les hablo. Ya no puedes abstraerte y encerrarte en tu despacho como tal vez lo hacías antes. Ahora hay alguien que requiere y necesita tu atención. Y así no estás nunca en lo que tienes que estar. Cuando estas con tu bebé piensas en todo lo que tienes que hacer y cuando estás trabajando debes tener un ojo pendiente en  lo que está haciendo por la sala, sobre todo si ya empezó a caminar.

La decisión fue clara, tenía que hacer algo para estar en cada momento en lo que tenía que estar. Así, todo mejoraría, centraría mis recursos en la tarea que estuviera haciendo en cada momento (ejercer de padre o las tareas de trabajo) y además, en el caso de las tareas profesionales las haría en menor tiempo. Y eso lo conseguiría tal vez en un coworking.

Así empece a buscar. Cabe destacar la oferta de locales de coworking que existen. Ciñéndome en mi caso al entorno Santa Cruz  y La Laguna encontré más de 7-8 con características parecidas a las que buscaba.

La decisión final estaría  claramente determinada por dos factores: el aspecto económico y la disponibilidad de una sala  para organizar reuniones y  para impartir formación.

Fue este segundo factor, la sala, quien marcó la diferencia. En la mayor parte de los espacios coworking que visité la sala no era una habitación como tal sino un espacio separado de las mesas de trabajo por una cortina, una falsa pared u otro tipo de "separador" artificial. No era compatible con el requisito de intimidad y confidencialidad que cualquier reunión (y sobre todo las sesiones de coaching) requiere.

Así, me animé y al final me instalé en Tenerife Coworking al frente del cual está Rubén, una persona cercana, implicada y que te acoge con el máximo cariño. Llevo cuatro meses allí y ¡encantado de la vida!

La experiencia con los demás profesionales "residentes" ha sido muy buena y espero que en breve se desarrollen sinergias.

A nivel de productividad ha supuesto un salto cualitativo. He conseguido por un precio super asequible (100 euros/mes) un espacio de trabajo disponible 24 horas en el que puedes concentrarte y dar tu máximo de capacidad. Tienes habilitada un área de descanso, sofá, nevera y máquina de café para que te sientas como en casa. Y lo mejor de todo es que ahí mismo, en la sala de reuniones puedo atender a los clientes, realizar las sesiones de coaching e impartir formación.

Y ya luego cuando llego a casa me espera mi hija y  puedo atenderla como merece y como quiero sin limitaciones por el trabajo. Y así tienes tiempo para lo verdaderamente importante.


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