No sé cuantas veces ha aparecido esta calle en mis sueños. Es algo misterioso e increíble que me ocurre muy menudo. Podría afirmar no pasa un mes en que no sueñe con esta calle y siempre referida a algún episodio de mi infancia.
Para el callejero de la ciudad se trata de la calle Eladio Roca Salazar, pero yo la conocía y siempre la recordaré como la calle del colegio.
De esta calle tengo miles de recuerdos, la pereza del camino de ida, las historias que se contaban las madres, y sobre todo la alegría del camino de vuelta.
Por las noches se intercalan recuerdos de historias reales vividas en ese camino junto a otras que imaginé tal vez. Pero todo se confunde. Fueron los años 80, la etapa de mi niñez. Y cada vez que paso, ahora de adulto, por la calle me sigue pareciendo que tiene algo mágico.
Y las vueltas de la vida son caprichosas. Porque casi 40 años después el destino, o tal vez alguna orden inconsciente de mis sueños, ha provocado que viva justo una calle más abajo.
Tal vez de alguna forma siga yendo al colegio.