Primera ley de Acosta. El tiempo que requiere una tarea se
incrementa cuantas más veces la interrumpimos y reanudamos. Las interrupciones
son enemigas de la eficacia y sufrimos decenas en una jornada laboral: correos
electrónicos, llamadas telefónicas, visitas imprevistas, etc..
Segunda ley de Acosta. Para una tarea corta, siempre se
encuentra tiempo. Para una larga, resulta más difícil encontrar el tiempo
necesario.
Tercera ley de Acosta. El valor de una tarea no crece en proporción
al tiempo que se le dedica. Por tanto, lo perfecto rara vez resulta rentable.
Cuarta ley de Acosta. Las personas eficaces dedican cuatro
veces más tiempo a los asuntos importantes que aún no son urgentes que las
ineficaces. Así evitan que se conviertan en crisis