30 ago 2016

Entrevista a David Hernández







Tocó el turno de mi entrevista como participante de la 1ª Edición de Espacio Desafío: "Gestión de personas para principiantes" Espero que te resulte de interés.

¿Quién es David Hernández?


Alguien ilusionado con las cosas que hace. Básicamente me definiría así. Alguien que tuvo la suerte de descubrir un día lo que le gustaba y hacer una profesión de ello.

¿Qué te atrajo hasta este ámbito profesional del coaching?

Realmente mi caso ha sido un proceso de ensayo-error y de aproximaciones sucesivas a lo que me gusta. Primero iba a estudiar medicina para ser “el orgullo de la familia”, pero al final desistí porque era algo que no me gustaba. Hice entonces Ciencias Económicas porque tenía que estudiar “algo que tuviera salidas” y lo cierto es que fue un error. Al año siguiente decidí “enderezar” mi vida y comencé la carrera de Psicología mientras trabajaba. Luego, un Master de Recursos Humanos y en el año noventa y siete aparecieron en mi vida el Coaching y la Programación Neurolingüística (PNL). Fue una revolución personal y desde entonces entendí que había descubierto mi vocación.

¿Qué aprenderemos en tu charla?

Hablaremos sobre el fenómeno de la motivación, concretamente de la motivación intrínseca. Quiero hacer una pregunta a cada uno de los lectores de esta entrevista ¿Sueles mirar frecuentemente el reloj en tu jornada laboral? ¿Te da un bajón anímico los domingos al recordar que el lunes tienes que ir a trabajar? El punto importante que quiero transmitir es que por mucho que te motiven externamente (motivación extrínseca) a través del sueldo, incentivos y promociones de nada sirve si no estás motivado intrínsecamente (tu propia automotivación). Por decirlo de alguna manera coloquial “hay que venir motivado de casa”. Cuando no estás motivado intrínsecamente se desata la “catástrofe”, algo particularmente grave pero que asumimos como normal ya que “a todo el mundo le pasa”: denostar ir al trabajo, el efecto lunes y encomendarte a los días que faltan para que llegue el viernes. Vivimos con el síndrome de la felicidad diferida: “aguanto 5 días pero ya disfrutaré el fin de semana, sufro 11 meses al año pero tengo un mes de vacaciones…”

El resultado de todo ello no puede ser otro que la alienación de nuestro puesto de trabajo y la ausencia mental, estar de cuerpo presente y con la mente fuera. Y si has respondido afirmativamente a las dos preguntas anteriores es bastante probable que tu motivación intrínseca en el trabajo sea nula.

¿Qué es a tu juicio lo mejor y lo más difícil de trabajar con personas?

Lo mejor sin duda es la “diversidad” del espíritu humano. Cada persona es única, diferente, con circunstancias específicas con lo cual se aprende todos los días. Además, si tu propósito en la vida es como en mi caso, compartir ¡imagínate! Puedes cumplir tus propósitos gracias a las personas.

Lo más difícil de trabajar con las personas, sobre todo en el ámbito de la mejora personal y el coaching, puede ser sin duda los procesos de autoengaño. Es una dinámica y un círculo vicioso en el que a veces no puedes ayudar como quisieras ya que se requiere un alto grado de reflexión y pensamiento crítico por parte de la persona. Se dice vulgarmente que nadie “escarmienta” en cabeza ajena y estoy en gran parte de acuerdo con esta afirmación. Puedes ayudar hasta cierto punto, pero lo cierto es que la persona tiene que “darse cuenta” por sí misma. Hasta que eso ocurra el proceso de mejora y crecimiento personal se detiene. Porque a veces es más cómodo mirar para otro lado que descubrir incongruencias en nuestra propia vida. Esto que parece tan abstracto y etéreo ocurre a diario: cuando sabes que esa relación de pareja no te conviene pero confías (tal vez en un alarde de positividad extrema) en que cambie, cuando sabes que debes irte del trabajo pero te dices mil cosas para quedarte ahí estancada o en general cuando te autoseduces para seguir en tu zona de confort. Somos especialistas en autolimitarnos y en poner para cada dolor una excusa.

¿Qué consejos le darías a alguien que quiere dedicarse a la formación y al coaching?

Le daría tres consejos que en mi opinión son principios ineludibles. En primer lugar, formarse. Eso de “he aprendido en la escuela de la vida” está muy bien, pero no es incompatible con tener un bagaje de conocimientos. Elige quién quieres ser a nivel profesional y fórmate en ello, ya sea en coaching, pnl, psicología, etc. Además no es un “formarte para” sino un “formarte continuamente”. No dejes nunca de hacerlo.

En segundo lugar, debes abrirte a tener experiencias que te hagan salir de tu zona de confort. Tanto que dices que “has aprendido en la escuela de la vida”, pues demuéstralo. Te interesa trabajar esa formación “práctica”. Acostúmbrate a hacer de esto tu dinámica habitual, afronta conversaciones difíciles, no las evites. Afronta miedos, enfréntate a ellos. 

Y en tercer lugar y no menos importante: ser congruente. En esta profesión debes ser el mensaje que predicas. Siempre cuento una anécdota real que viví como alumno. En un curso de gestión del tiempo el docente llegaba tarde. ¡Vaya ejemplo! 

No se trata de que en todo momento seas un ejemplo, pero por lo menos no seas un contraejemplo. Una vez escuché a Raimon Samsó decir que no deberías pedir consejos financieros a alguien que trabaja por cuenta ajena porque es alguien que no ha logrado la libertad financiera, ¿qué te va a enseñar si no lo aplica en su vida?

Lamentablemente tengo que decir que en este mundo profesional es común encontrar a “vende humos”, que predican una cosa y hacen lo contrario o no hacen nada. Personas que te animan a emprender y ni pagan ni pagarán jamás la cuota de autónomo o que hablan de inteligencia emocional siendo ejemplo de lo contrario en sus propias vidas. Un fenómeno extremadamente común es el de quienes cuelgan mensajes positivos en el Facebook animándote a que aproveches la vida y luego son personas acomodadas en su victimismo. Sí, hay mucho charlatán suelto por ahí.

Si consigues cumplir estos tres principios tendrás el poder que da la congruencia.

A nivel personal, ¿un sueño?

Tengo muchos pero concretaré en dos: por un lado pasar unas navidades en París y por el otro que este proyecto que hemos lanzado Ana Navarro y yo, se consolide y sobre todo que lo disfrutemos siempre tanto como lo hacemos ahora que aún ni ha empezado.

¿Qué aprendiste de tu último error?

No fue el último pero sí el que más me enseñó. Descubrí hace mucho tiempo que ante las cosas que no dependen de ti es mejor vivirlas con aceptación que con resistencia. Eso es lo que me pasó con la enfermedad de mi madre. Creo que me ayudó a madurar (y fue muy doloroso) entender que las cosas pasan porque sí, no hay una causalidad y es mejor llevarlas lo mejor que puedas antes que negarlas o pensar que se arreglarán por si solas. Eso que parece aparentemente “simple” ha sido totalmente aleccionador, sobre todo por el dolor que ha acarreado.

Algo de lo que estés especialmente orgulloso.

De haber dado un giro profesional a mi vida respecto a lo que se esperaba de mí (médico o empleado de banca) para trabajar en lo que realmente me apasiona. Me considero afortunado porque me paso la mayor parte del día haciendo cosas no solo que me gustan, sino que me fascinan.



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